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Escritor Argentino

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Notas de Joe Turner

El elogio del desorden

Escribo muy à la Poe, antes de empezar con un texto para mi página u otro medio virtual, registro en un cuaderno de manuscritos: la fecha, la idea y sus variantes, y tamaño aproximado. Tratándose de soportes donde publico, tengo en cuenta pautas de algunas secciones de escritores que sigo regularmente: entre 1000 y 1600 palabras; o su equivalente: entre 80 y 110 líneas. Reflexiono sobre el título; pero no más empezar esta nota, dudo si "Problemas con una traducción" no sería más apropiado que "El elogio del desorden".

Mis percances en el tránsito por la escritura aparecen en los textos ficcionales o con las traducciones. En el caso de los primeros porque el equilibrio establecido en la narración que voy desarrollando se asemeja al juego de los palitos chinos, a veces mueves uno y cambia toda la disposición. No obstante, como trabajo bastante y de manera previa con apuntes y borradores en lo que será el desarrollo narrativo, al momento de empezar, el primer manuscrito asimila todos los desórdenes que van surgiendo y, como Cronos se devora a sus hijos, yo me devoro el desorden; aunque pensándolo bien, prefiero al suido al que alude el viejo Vizcacha, por aquello de: "El cerdo vive tan gordo / Y se come hasta los hijos".

Desgraciadamente no me pasa lo mismo con las traducciones, porque soy partidario de las versiones anotadas y todas mis observaciones son para contextualizar los relatos o novelas. Por lo tanto este trabajo siempre es un tembladeral de palitos chinos que, a cierta altura de la revisión me obliga a recomenzar el juego. Es lo que me acaba de pasar con una antología, en la que vengo trabajando hace tres años, que ya va por su quinta revisión. El libro se llama Gombo Zhèbes: una recopilación de 352 proverbios en lengua Creole con sus variantes dialectales -Guayana Francesa, Haití, Martinica, Trinidad, Islas Mauricio y New Orleans- recopilada por Lafcadio Hearn y publicada en 1885 por un mítico editor de Nueva York, al cual le debo un escribir un artículo: Will H. Coleman -tengo dos de sus ediciones originales en pdf, los originales en papel cuestan demasiado dinero y mi fetichismo por los libros no pasa por ediciones originales-. Este libro reúne proverbios Creole, transcriptos junto con su traducción en francés a los que Lafcadio Hearn agregó la traducción al inglés, además de colocarle notas aclaratorias.

La cultura Creole tuvo su origen en el patois que empezaron a hablar los primeros esclavos negros llevados a nuevas tierras que se fue enriqueciendo con sucesivas generaciones. Una de las características de la comunidad Creole, que la diferencia de la cultura de otros esclavos negros, es que deben ser francófonos, y su religión -o ritos sincréticos- católica apostólica romana. Eso de "vamos juntos, pero no entreverados" también vale para los esclavos, y no es lo mismo ser descendiente de esclavos de Boston o New York que de New Orleans o Martinica. Los Creoles son tan orgullosos de sus orígenes como los muy WASP (White Anglo Saxon Protestant) Boston Brahmins,  aristocracia bostoniana descendiente de los primeros colonizadores e igualmente linajudos y presumidos de sus orígenes.

Además, la lengua Creole tiene una característica extraña, se estructuró, pese a las distancias que unían a los grandes asentamientos franceses en América -Guayana Francesa, Haití, Martinica, Trinidad y New Orleans- y de África -Islas Mauricio-, como una lengua franca que inclusive llegó a ser adoptada por los amos franceses bilingües que llegaron a escribir relatos en ella, o recopilar los de tradición oral -muchos de ellos reinterpretación de fábulas europeas-, inclusive escribieron gramáticas sobre este patois. El hechizo por la cosmovisión que encierra esta lengua ha estado latente tres siglos, resucitó con esta fatigada traducción y como el fantasma del castillo Elsinore me acucia.

Gombo Zhèbes, es un texto que me desquicia, antes que nada porque a medida que lo releo más me identifico con el protagonista de "La busca de Averroes", queriendo imaginar lo que es un drama sin saber lo que es un teatro. Y en cada relectura aumenta mi ignorancia de todo el contexto desconocido que envuelve estos proverbios. Así, me instala en el desorden y, lo que es peor, me hace disfrutar del mismo; porque la versión original tiene 146 notas al pie de Lafcadio Hearn, hasta el momento le he agregado 132 mías, y en las poco más de 50 líneas que llevo escritas, pensé en una adicional.

Las anotaciones añadidas son de dos tipos: las primeras, relacionando los proverbios entre sí o aclarando errores en la traducción al inglés de Lafcadio Hearn; las segundas: situando algunos significados en contexto. Muchas de estas sentencias, hacen alusión metafórica -las menos de manera contundente- a la dura vida de los esclavos y a las rigurosas leyes que los regían.

En esta nueva corrección de mi traducción de Gombo Zhèbes, el interrogante acaba de surgir en el proverbio 204, originario de Louisiana: "Metté milâte enhaut choual, li va dî négresse pas so maman", ("Monta a caballo un mulato y él te dirá que su madre no era negra"); releí la nota al pie de Lafcadio Hearn, aclara que, pese a colocar un solo ejemplo de un proverbio agrega otro del mismo significado más adelante, el 207. El 207, originario de Martinica, dice: "Quand milatt tini yon vié chouvral yo dit nègress pas manman yo", ("Ni bien tenga un caballo viejo, el mulato dirá que su madre no era negra").

La nota al pie de Lafcadio Hearn me llevó a una nueva incógnita: el sistema de castas que regía en las colonias -españolas, inglesas y francesas- sobre los esclavos negros y sus descendientes. Y ese sistema era: amos blancos franceses, una clase mulata intermedia, subdividida en ‘clases casta’ con una gran cantidad de denominaciones, que se asignaban por el supuesto porcentaje de sangre blanca; en la base de esta pirámide se ubicaban los negros.

El proverbio 204 volvió a desacomodar el orden que había estructurado en la traducción y exigió que agregara una nueva nota al pie; porque en él aflora el desprecio que tenían los mulatos por los negros en épocas de la esclavitud y el resentimiento de éstos con aquellos. Volví a releer la traducción hasta el proverbio 204 y vi que en algunas de sus notas, Lafcadio Hearn mostraba este problema pero de manera elíptica, a partir de canciones, estribillos o refranes Creole que él dice haber escuchado de negros y mulatos ya ancianos.

Pienso en una reflexión que me acudió a propósito de un texto de Walter Benjamín que escribí anteriormente: "orden hay sólo en los cementerios, pero allí todo está muerto"; el orden con que venía llevando esta revisión se ha vuelto a desmoronar y percibí nuevamente que mi puesta en contexto de los proverbios era caótica.

Busco sinónimo de caos: confusión, laberinto, embrollo, jaleo, enredo, lío, barullo, alboroto, desorden, confusión, perplejidad, perturbación, babel. Y me acuerdo del libro Génesis, la torre de Babel: todo comenzó cuando los hombres dejaron de hablar la misma lengua. Más tranquilo, retomaré mi revisión y, cuando vuelva al proverbio 204, después de la nota al pie de Lafcadio Hearn colocaré la mía, la número 170.